Illyes Gyula: Una frase sobre la tiranía

domingo, 4 de diciembre de 2011

Donde haya tiranía,
está la tiranía
no sólo en calabozos
ni en bocas de fusiles,
no sólo en cuartos de tortura,
no sólo en las nocturnas
consignas de los guardias,
está la tiranía
no en los pliegos de cargos
ardiendo oscuros como el humo,
la confesión, ni el morse
del preso sobre el muro,
no sólo en la sentencia
fría del juez: ¡culpable!
está la tiranía,
y no sólo en las órdenes
de ¡Preparen! y ¡Fuego!
ni en los redobles,
ni en el modo en que arrastran
el cadáver al foso,
no sólo en las noticias
susurradas con miedo
a través de una puerta
furtiva y entreabierta,
en el dedo en los labios
indicando callarse,
está la tiranía,
y no sólo en el rígido
trazo como de rejas,
ni en el aullar luchando
mudo contra las rejas,
ni en la cascada
de lágrimas calladas
acreciendo el silencio,
ni en la pupila abierta,
está la tiranía,
y no sólo en los ¡Viva!,
ni en el ¡Bravo! y los cantos
que en pie todos corean;
donde haya tiranía
está la tiranía
no sólo en los aplausos,
las palmas incesantes,
las trompetas, la ópera,
la piedra en las estatuas,
el color del retrato
chillón y mentiroso,
no sólo en cada marco,
ya en el pincel estaba;
ni en el vibrar del auto
de noche y en silencio,
que se detiene
bajo la arcada;
donde hay tiranía, siempre
está presente
en todas partes, como
tu dios nunca estuviese;
está la tiranía
en el jardín de infantes,
el consejo del padre,
la sonrisa materna;
en el modo del niño
responder al extraño;
no sólo en el alambre
de púas, ni en las frases
gastadas que en los libros
duelen más que las púas;
está en el beso
de despedida,
al decir de la esposa
cuándo vuelves, querido;
en los qué-tal triviales
que en la calle te llueven,
y ese apretón de manos
que de súbito aflojan;
al helarse la cara
de tu amor de repente,
pues en las citas
de amor está presente;
no sólo en los careos,
la confesión, las dulces
palabras embriagadas,
como mosca en el vino,
ni en tu sueño estás solo,
está la tiranía
en el tálamo, y antes
aún, en el deseo,
pues para ti lo bello
es lo que ya ella tuvo,
y con ella yacías,
mientras creías que amabas,
en el plato y el vaso,
la nariz y la boca,
en el frío y la sombra,
en tu cuarto y afuera,
como hedor de carroña
al abrir la ventana,
como cuando un escape
de gas llena la casa,
si estás hablando solo
es ella quien pregunta,
ni cuando fantaseas
te libras de ella,
se hace tierra de nadie
la vía láctea, los focos
la iluminan, minada,
los luceros: mirillas,
la celeste bóveda un campo
de castigo, pues en el doble
afiebrado de las campanas
está hablando la tiranía,
en el cura a quien te confiesas,
en sus predicaciones,
potro, templo y parlamento,
son otros escenarios suyos;
al abrir y cerrar los párpados,
siempre te mira;
como dolencia está contigo,
como el recuerdo,
y la rueda del tren, ¿la escuchas?
preso estás, preso, repite,
por las montañas y las costas
sigues oliéndola,
relampaguea y es ella
la que truena y deslumbra,
y al corazón lo paraliza,
inesperada;
está en la calma,
en los grilletes del hastío,
en la lluvia precipitándose
en barrotes hasta los cielos;
en la nevada que te encierra
como blanca pared de celda;
es ella quien te mira
por ojos de tu perro;
y estando en toda meta
ocupa tu futuro,
está en tu mente,
y en cada gesto tuyo;
como el agua a su cauce,
la sigues y la creas;
¿miras fuera del círculo?
al espejo te espera,
te acecha, inútil escaparse,
eres guardián y preso,
en el olor de tu tabaco
y en el paño de tu vestido
penetra, hasta en tu médula,
quieres pensar, tu mente
no tiene otras ideas
sino las suyas,
al mirar ves apenas
la ilusión que te muestra,
y te cerca el incendio
del bosque, por el fósforo
que al lanzar a la tierra
no apagaste pisándolo,
y así te guarda prisionero
en casa, campo y fábrica;
no sabes ya qué es vida,
ni pan ni carne,
qué es amor ni deseo,
ni un abrirse los brazos,
así forja esposas el siervo
y él mismo se las asegura,
cuando comes ella se nutre,
para ella engendras tu hijo,
donde hay tiranía, son todos
un eslabón de su cadena;
su hedor emana de tu cuerpo,
tú mismo eres tiranía;
como topos al sol desnudo,
damos tumbos en las tinieblas,
apretándonos en un cuarto
tal como en el desierto;
pues donde está la tiranía
todas las cosas son inútiles,
incluso las canciones,
o cualquier obra;
pues estaba desde el comienzo
junto a tu tumba, es ella
quien dice lo que fuiste,
tus cenizas son sus esclavas.
(1950)

 Traducido por Rodrigo Escobar Holguín y Vera Székács 
 
La historia del poema:
"Una frase sobre la tiranía" es el poema húngaro que ha tenido mayor repercusión en este siglo. Para muchos húngaros es también el más importante del siglo xx, de igual transcendencia a la que tuvo en el siglo xix el "Canto Nacional" de Sándor Petöfi, al estallar la Revolución de 1848 que dio inicio a la Guerra de Independencia contra los Habsburgos.
El poema de Gyula Illyés se publicó el 2 de noviembre de 1956 en la revista semanal Irodalmi Újság (Diario Literario). Era el primer número aparecido después del 23 de octubre, día en que estalló la Revolución. En él se podía dar espacio a la voz libre de los mejores poetas y escritores húngaros. Todos ellos saludaron y apoyaron unánimemente la Revolución. No sabían el poco tiempo que habría para el júbilo: dos días después, al alba del 4 de noviembre, las tropas soviéticas invadieron el país.
Ese único número de Irodalmi Újság libre, encabezado con el poema de Petöfi "Los húngaros se han vuelto otra vez húngaros", llegó a ser famoso en el mundo entero, y traducido, en su totalidad o parcialmente, al francés, al italiano, al inglés y a varios idiomas más ya en 1957. La traducción polaca apareció en edición samizdat, en 1986.
Entre tantas voces vigorosas de ese número destaca la de Gyula Illyés. Como afirmó Alain Bosquet en 1963: "'Una frase sobre la tiranía', su famoso poema, permanecerá como uno de los más puros lamentos de una generación obligada a gritar al mundo con gran fuerza y vehemencia su verdad primordial". El poema lleva la fecha de 1950, uno de los años más duros de toda la dictadura estalinista. Sin embargo, se supone que fue escrito en 1951. En vida del poeta nunca más fue publicado en Hungría. Apareció en 1986, en un volumen póstumo.
Después de la represión de la Revolución, Illyés, como otros, cesó de publicar por largo tiempo. En 1957 escribe en su diario: "Frente al ataque, a la acusación, el escritor tiene un triunfo. No contesta. Así, a quien lo critica le pasará lo que al hacedor de lluvia; su lluvia no llega. Y tiene otro arma terrible; tiene el derecho de destruir un valor social. Se calla. Sin embargo, hay que tener cuidado, porque si en el transcurso de una generación un país tiene diez escritores verdaderos, puede estar feliz de su suerte. El escritor verdadero se reconoce también por sentir cuando se ofenden su justicia y su verdad. Un pequeño abuso contra diez personas, y la nación quedará muda durante una generación."
Con esta traducción ­no tenemos datos sobre la existencia de una versión española anterior­ hemos querido conmemorar el 50 aniversario del nacimiento del poema.
 Székács Vera


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