en mi mamá, lento y abstraído;
Con la chirriante cesta a la cintura,
iba siempre al desván en su premura.
Yo era un hombre sincero todavía:
chillaba, pataleaba. Le decía:
deja para otro ese pesado bulto y grande
y llévame a mi al desván, madre.
Sola se iba a tender, calladamente,
sin regañarme, sin mirarme, ausente.
Y las ropas crujían, luminosas,
revoloteando en lo alto, jubilosas.
Aunque para llorar ya es tarde ,
sé cuan inmensa eres, madre.
revoloteando en lo alto, jubilosas.
Aunque para llorar ya es tarde ,
sé cuan inmensa eres, madre.
Flota en lo alto su agrisado pelo
y echa su añil en el agua del cielo.
La madre de József Attila se empeña en una serie de trabajos ocasionales,generalmente, lavando ropa, pero debido a su débil estado de salud, muere de cáncer en 1919, cuando su hijo tiene 14 años.
El padre es jabonero y abandona a su mujer y tres hijos (dos mujeres y un niño) cuando Attila aún tiene 3 años, con la intención de viajar a América, aunque luego se sabe que vuelve a su provincia de origen y ejerce su oficio en diversas ciudades de Rumania.A József Attila le cuesta superar la perdida de su madre, le dedica varios versos a lo largo de su vida. Cuando a los 17 años la revista Nyugat (Occidente) publica algunos de sus poemas, todo el mundo queda maravillado y hablan de él con admiración, el poeta lo comenta así: “Me consideraron un niño prodigio, y sin embargo no era más que un huérfano”.
0 comentarios:
Publicar un comentario